Vaya si causó revuelo la noticia publicada en esta columna sobre la reunión que sostuvieron los liderazgos morenistas del sólido sur la tarde del pasado sábado.
En su mayoría, se generaron comentarios positivos de los lectores.
Como suele suceder, alguien – ¿por envidia? – trata de minimizar lo que aquí se publicó.
Sin embargo, lo revelado por EL KIOSKO sobre el cónclave de la 4T sureña responde a las elementales preguntas que exige el oficio o la profesión periodística: ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Quién o quiénes? ¿Por qué? Y, en menor medida, ¿cómo?
Ni light ni descafeínado: fue información pura.
Eso es el quehacer periodístico. La columna, la buena columna, es un género híbrido: ofrece opinión, pero también información puntual, precisa, valiosa.
Aquí no se inventó una historia de intrigas palaciegas porque jamás existió tal. Aquí se publicaron datos exactos y una interpretación del hecho. Los cuentos pertenecen a la ficción, a la narrativa literaria.
Alguien cree que inventa el hilo negro del periodismo tamaulipeco bajo la raquítica e inquisitorial perspectiva de ‘la generación de cristal’, pero se equivoca de forma garrafal: el oficio periodístico tiene siglos como ‘industria’, como método para informar a la gente.
A quien desconoce la historia y se considera ‘el creador’ del periodismo en el Nuevo Santander le recomiendo un libro que debería ser obligatorio en todas las escuelas de Comunicación: ‘De Gutenberg a Internet, una historia social de los medios de comunicación’, escrito de manera magistral por los académicos Asa Briggs y Peter Burke.
Con frecuencia, por su rigidez y pesadez ideológica, ‘el elefante’ da pasos en falso y tergiversa. Una prueba más de la insoportable levedad del ser.
POSDATA:
Por supuesto, al paquidermo también le recomiendo leer a Milan Kundera para que reflexione a profundidad sobre sus múltiples dudas existenciales, las que son claras y evidentes.
Y PARA CERRAR
En la época dorada de la industria discográfica, en el lanzamiento de ‘los sencillos’, el lado o la cara ‘A’ de los vinilos ofrecía ‘el hit’, la rola que todos escuchaban y disfrutaban, la destinada al ‘Top Ten’.
Obvio, el lado ‘B’ era el relleno, una grabación para el olvido.
